Como carmelitas, vivimos nuestra vida en obsequio de Jesucristo y nos esforzamos por servirle fielmente con puro corazón y recta conciencia. Buscamos el rostro del Dios vivo en una actitud contemplativa de oración, fraternidad y servicio en medio del pueblo.
Vivimos estos valores bajo la protección, inspiración y guía de María, la madre de Jesús, y de Elías, el profeta del Carmelo.