14 de noviembre Fiesta
“Los Santos del Carmelo se formaron en una escuela de fuego espiritual, semejante a aquella de Elías. El amor poetiza las íntimas relaciones entre Maria y el Carmelo y hace de la Historia de la Orden un canto de alabanza a nuestro Dios. ”
Son una inmensa muchedumbre de hermanos nuestros que consagraron su vida a Dios, abrazando las enseñanzas del Divino Maestro e imitando su vida, y se entregaron al servicio de la Virgen Maria en la oración, la abnegación evangélica y el amor a las almas, sellado a veces con su sangre. Ermitaños del Carmelo, mendicantes de la edad media, doctores y predicadores, misioneros y mártires; monjas que dilataron el pueblo de Dios con la misteriosa fecundidad de su vida contemplativa; religiosas que descubrieron el rostro de Cristo a sus hermanos en el apostolado sanitario y docente, sobre todo en tierras de misión; seglares que en medio del mundo supieron encarnar el espíritu de la Orden. Toda la familia del Carmelo de la patria con Maria, su Madre, a la cabeza constituye nuestro gozo y alabanza al Padre Celestial.
Grandes santos a quienes la Iglesia venera e invoca en su liturgia, y santos humildes que bien pocos conocen o invocan fuera de la Orden, con su vida nos proponen el secreto de la santidad en el trato intimo con Dios que desde el coloquio con él se prolonga en la entrega de cada día como comunión de fe y de amor con la inmaculada Madre de Dios, Patrona del Carmelo, Formadora incomparable de los amigos de Cristo a los que cubre con el habito de la Orden para que interior y exteriormente reflejen sus virtudes.
Todos los santos Carmelitas se han moldeado bajo la figura de la Bienaventurada Virgen Maria, han vivido en intimidad con Ella, de Ella han sido apóstoles. De Ella han aprendido a vivir en Cristo y de su amor, en Ella se han inspirado para entregar su vida a la Iglesia y a las almas, es gran importancia la vida de la Virgen en los Santos Carmelitas.
Que el ejemplo de estos santos, sirva para suscitar nuevas generaciones de santidad, muchos santos que, viviendo en obsequio de Jesucristo fielmente servido con corazón puro y buena conciencia, sepan con Maria entregarse día y noche a la contemplación de la Palabra y al servicio generoso a la humanidad, que ese ejemplo nos contagie un amor inmenso y operante por Cristo, por la Iglesia y por el mundo entero.