29 de noviembre
Niégate en verdad a ti mismo y lleva la cruz de Cristo
Si alguno quiere seguir mi camino, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su alma, que la pierda; y el que por mí la pierda, la ganará. ¡Oh, si alguien fuera capaz de hacer comprender, practicar y saborear a los espirituales el sentido del consejo de renunciarse a sí mismo, dado por Nuestro Señor, para que comprendieran cuán diferente es la manera de comportarse en este camino de lo que la mayoría de ellos cree! Algunos están convencidos de que basta cualquier tipo de retiro y reforma de vida, otros se contentan con practicar de algún modo las virtudes, dedicarse a la oración y practicar la mortificación, pero ninguno de ellos alcanza la pobreza desnuda, la abnegación o la pureza espiritual, que son una misma cosa, recomendadas por Nuestro Señor. Pues siguen preocupados por alimentar y revestir su naturaleza de consuelos y sentimientos espirituales, en lugar de despojarla y privarla de todo por amor a Dios.
Al obrar así, se convierten espiritualmente en enemigos de la cruz de Cristo, porque el verdadero espíritu busca en el Señor más lo amargo que lo dulce, se inclina más a los sufrimientos que a los consuelos, se siente impulsado por amor de Dios más a la renuncia que a la posesión de todo bien, tiende más a la esterilidad y a las aflicciones que a las dulces comunicaciones, sabiendo bien que sólo así se sigue a Cristo y se renuncia a sí mismo, y que obrar de otro modo es buscarse a sí mismo en Dios, lo cual es muy contrario al amor. Si el hombre se resuelve a llevar esta cruz, es decir, si se resuelve firmemente a buscar y soportar trabajos en todas las cosas por el Señor, encontrará en esto un gran alivio y una gran dulzura.
De ninguna manera se progresa sino imitando a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida, y nadie llega al Padre sino por Él. Y el camino consiste en morir a la naturaleza.
Para saber más sobre la vida de los Beatos Denis y Redento (OCD) ...