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Displaying items by tag: Calendar of Feasts and Memorials

Lunes, 18 Marzo 2024 14:20

San José, un santo para nuestro tiempo

En un precioso librito sobre San José, el cardenal Suenens escribió:

"Se ha dicho que lo peor que podemos hacer a los santos es ponerlos en pedestales. En el caso de José, podríamos criticar no sólo el pedestal, sino también la imagen que de él se nos presenta con demasiada frecuencia"[1].

Otro escritor francés contemporáneo, A. Doze, habla de "desinformación" sobre él, y dice que desinformar es difundir rumores falsos para inducir mejor al error[2].

Sin embargo, San José es en cierto modo una figura sombría. En el Nuevo Testamento se habla poco de él; de hecho, cabe preguntarse quién era su padre, ya que hay cierta discrepancia en las genealogías de Mateo y Lucas: Mateo parece pensar que su padre se llamaba Jacob (véase Mateo 1:16); Lucas parece tenerlo como hijo de Heli (véase Lucas 3:23). A veces José parece haber sido borrado de la historia. Encontramos imágenes de la Adoración de los Magos con tres o cuatro figuras orientales, pero ningún José. Sin embargo, no se puede negar lo acertado del título de un libro popular a mediados del siglo pasado, The Man Closest to Christ (El hombre más cercano a Cristo)[3], que siempre ha ocupado un lugar seguro en el corazón de los cristianos católicos a lo largo del segundo milenio.

En las últimas décadas, teólogos y escritores espirituales le han prestado una atención renovada. Existen dos revistas académicas dedicadas a estudios sobre el santo: Cahiers de joséphologie, publicada en Montreal desde 1953 y Estudios josefinos de Valladolid desde 1947. El Papa Juan Pablo II entregó a la Iglesia una carta sobre el santo, "Guardián del Redentor: Sobre la persona y la misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia"[4].

A lo largo de los siglos, San José ha suscitado interés. A veces ha sido un reflejo directo de lo que ocurre en la sociedad; otras veces vemos la devoción a San José casi como paralela o incluso como negación de la realidad de las dificultades de la Iglesia. Una vez más, escribir sobre él ha tenido diversos objetivos. Algunos escritores nos han contado verdades sobre José. Otros han sugerido que es un modelo a imitar. Muchos han hablado de su intercesión. Dos son particularmente significativos. Las preocupaciones de la Escuela Francesa nos invitan no tanto a imaginar por nosotros mismos detalles de la vida oculta, como a entrar en ella intuitivamente y con empatía. Teresa de Ávila parece ir más lejos: mantiene una relación viva y dinámica con el santo.

Perspectivas contemporáneas

El siglo XX nos ha proporcionado algunos avances importantes en la teología y la devoción a san José. Hay algunas ideas teológicas de calidad en este periodo, a menudo de fuentes sorprendentes. Podríamos destacar dos. El gran teólogo calvinista K. Barth, que consideraba la mariología como la archi-herejía de Roma, tenía un lugar especial para José. Es famosa su frase:

"Si yo fuera un teólogo católico romano, ensalzaría a José. Él cuidó del Niño; él cuida de la Iglesia"[5].

Otro es el teólogo de la Iglesia reformada, J.J. von Allmen, que critica la Constitución sobre la Iglesia del Vaticano II por no mencionar siquiera a San José en su capítulo octavo sobre "La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia", a pesar de que el Concilio se refirió a Isabel, los pastores, los Magos, Simeón[5]. Continúa diciendo que José es esencial para comprender el judaísmo y el mesianismo de Jesús[6]. Se puede estar de acuerdo en que la gente puede tener una devoción genuina por José, pero puede no fijarse suficientemente en él al considerar el misterio de la Encarnación.

En esta sección consideraremos dos fuentes para nuestra comprensión de José para nuestro tiempo: la liturgia, y la enseñanza papal en el siglo XX, especialmente la exhortación apostólica de Juan Pablo II, "Guardián del Redentor: Sobre la persona y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia"[7].

Liturgia

La teología moderna afirma con fuerza una verdad antigua: que la liturgia es una fuente importante de teología. El aforismo frecuentemente transpuesto y diversamente traducido, lex credendi...lex orandi,[8] muestra como mínimo la interpenetración de la fe y el culto. Los hechos de la evolución litúrgica en torno a San José pueden esbozarse brevemente.

Al principio, las celebraciones litúrgicas en honor de José eran diocesanas o se limitaban a órdenes o congregaciones religiosas. Con las reformas litúrgicas posteriores a Trento, la fiesta de San José se hizo universal y adquirió un rango superior cuando Pío IX proclamó a José "Patrono de la Iglesia" durante el Concilio Vaticano I (8 de diciembre de 1870). El Código de Derecho Canónico de 1917 la estableció como fiesta de precepto[9]. Se planteó el problema de su celebración en Cuaresma, y por tanto sin plena solemnidad ni octava. Ya en el siglo XVII existía otra fiesta llamada del Patrocinio de San José, más tarde llamada Solemnidad de San José. Se celebraba el miércoles de la segunda semana después de Pascua. Pío XII, muy preocupado por la amenaza del comunismo, la cambió por la fiesta de José Obrero y la asignó al 1 de mayo, el Primero de Mayo marxista. Como tantas innovaciones litúrgicas impuestas por la autoridad en lugar de surgir de la base, esta fiesta nunca llegó a cuajar y en la reforma litúrgica de 1969 quedó reducida a una memoria opcional.

Aunque no se trata de un texto litúrgico, cabe señalar la aprobación de las Letanías a San José en 1909. En los últimos siglos, la Iglesia ha desconfiado bastante de las letanías, ya que pueden ser tan exuberantes o rebuscadas que se pierde el contacto con la verdad. Los obispos locales ya no podían aprobarlas para su recitación pública tras el Código de Derecho Canónico de 1917[10]. Al principio, las letanías de San José eran de uso privado, más tarde se levantó la restricción[11].

Los textos de las misas de las fiestas de San José anteriores al Vaticano II hacían hincapié en la poderosa intercesión del santo. Lo llamaban el esposo (sponsus) de la Madre del Hijo. Así, para la fiesta, la oración principal era:

"Que los méritos del esposo de tu santísima Madre nos asistan, Señor, te lo pedimos; que por su intercesión se nos conceda lo que ningún esfuerzo nuestro podría ganar para nosotros".

La liturgia revisada dice: "Padre, confiaste a nuestro Salvador al cuidado de San José. Que, con la ayuda de sus oraciones, tu Iglesia siga sirviendo a su Señor Jesucristo"[12].

Y para José Obrero tenemos:

"Dios Padre nuestro, creador y soberano del universo, en cada época llamas a los hombres a utilizar sus dones para el bien de los demás. Con San José como ejemplo y guía, ayúdanos a realizar el trabajo que nos has pedido y a alcanzar la recompensa que nos has prometido"[13].

Más interesante es el prefacio, sobre todo si recordamos que el prefacio de cualquier misa es una declaración de por qué hoy debemos dar gracias a Dios en la Eucaristía que ahora celebramos. La sección clave dice:

"Padre, Dios todopoderoso y eterno, hacemos bien en darte gracias siempre y en todo lugar al honrar a San José. Él es ese hombre justo, ese siervo sabio y leal, a quien pusiste al frente de tu familia. Con amor de esposo amó a María, la Virgen Madre de Dios (A te Deiparae Virgini Sponsus est datus). Con paternal solicitud veló por Jesucristo, tu Hijo, concebido por obra del Espíritu Santo. Por Cristo los coros de los ángeles alaban y adoran...".

No debemos olvidar que Juan XXIII insertó el nombre de San José en el Canon Romano [ahora Plegaria de la Primera Eucaristía] antes de los nombres de los apóstoles.

En nuestra liturgia moderna vemos resaltados los temas principales de la devoción: José es esposo de María, guardián de la Sagrada Familia, padre adoptivo de Jesús y modelo de la Iglesia, que confía en su intercesión. Para encontrar otros desarrollos tenemos que recurrir a la enseñanza papal del siglo XX.

La enseñanza papal

Excepto Juan Pablo I, que murió poco después de ser Papa, todos los papas del siglo XX han hablado de San José. Por lo general, animan a la Iglesia a considerarlo un modelo para los trabajadores, los casados y el protector de la Iglesia. Como en los siglos anteriores, las consideraciones sobre el estado de la Iglesia y del mundo determinan los puntos concretos que exponen los papas. Así, Benedicto XV lo ve como un antídoto contra la negación de lo sagrado[13], Pío XI lo convierte en patrón de la lucha de la Iglesia contra el comunismo[14], Juan XXIII resume la enseñanza de sus predecesores y lo proclama protector del Vaticano II [15].

En documentos menores, dos de los papas hicieron atrevidas sugerencias que no han sido muy tenidas en cuenta por los teólogos. Pío XI sugirió que José pertenecía de algún modo a la Unión Hipostática, al menos en la medida en que recibió revelación sobre ella[16]. El problema con el lenguaje de la Unión Hipostática utilizado sobre San José, e incluso sobre la Santísima Virgen, es que se presta fácilmente a malentendidos. Para cuando uno ha explicado lo que podría significar, sería mejor utilizar un lenguaje alternativo. Juan XXIII, gran devoto de José, mencionó en una homilía de canonización la piadosa creencia, encontrada ocasionalmente en siglos anteriores, de que José, al igual que Juan el Bautista, fueron asuntaos al cielo el día de la Ascensión[17].

La exhortación papal "Guardián del Redentor"

Con mucho, la enseñanza papal más importante sobre San José hasta la fecha es la ya mencionada exhortación apostólica de Juan Pablo II Redemptoris custos (RC)[18] La ocasión fue el centenario de la primera encíclica sobre san José de León XIII, Quam pluries (1889). El Papa da también una eclesiología profundizada, o teología de la Iglesia, como razón para escribir:

"Estoy convencido de que, reflexionando sobre el modo en que el esposo de María participó en el misterio divino, la Iglesia -en camino hacia el futuro con toda la humanidad- podrá descubrir siempre de nuevo su propia identidad dentro de este plan redentor, que se funda en el misterio de la encarnación". (RC 1)

La exhortación apostólica retoma muchos de los puntos tradicionalmente expuestos en los escritos sobre san José, en la liturgia y en la enseñanza anterior. Repite la enseñanza papal de los últimos cien años en el sentido de que José es el más grande de los santos después de María, pero no por supuesto su igual (RC 4, 7). La traducción oficial del Vaticano, que desgraciadamente traslada al inglés el estilo denso y algo turgente del latín original, no beneficia mucho al Papa. No es necesario repetir el estribillo constante de que José era un "hombre justo" (véase Mateo 1:19), salvo para señalar que el Papa hace una lectura muy cuidadosa de los pasajes de las Escrituras que se refieren a José. Nos concentraremos más bien en lo que es nuevo y parecería más significativo para nuestro tiempo.

José en el plan divinoArt.Carmelite.Joseph.Statute.Middletown.450

Cabe señalar que el Papa da un orden particular al papel de José:

"Cuidó amorosamente de María y se dedicó gustosamente a la crianza de Jesucristo; del mismo modo vela y protege el Cuerpo Místico de Cristo". (RC 1)

Una clave de la exhortación es el hecho de que José entró y compartió el misterio de la redención.

"La [Encarnación es] el misterio en el que José de Nazaret 'participó' (commuicavit) como ningún otro ser humano, excepto María... lo compartió con ella; estuvo implicado en el mismo acontecimiento salvífico; fue el guardián del mismo amor, por cuyo poder el Padre eterno 'nos destinó a ser sus hijos por medio de Jesucristo (Ef 1,5)'". (RC 1)

Una de las ideas más importantes del Papa es la de la fe de José. De hecho, hace referencia a dos anunciaciones: la aparición del ángel a María en Nazaret (véase Lucas 1:26-38) y la aparición del ángel en sueños a José (véase Mateo 1:18-25). La respuesta de ambos es la obediencia: María dijo sí al mensaje del ángel; José hizo lo que el ángel le ordenó (RC 2-3, 17). Al comienzo de su "peregrinación de fe... la fe de María se encuentra con la fe de José" (RC 4): ambos manifiestan la obediencia de la fe al mismo misterio (RC 4). De este modo, junto con María, José se convierte en el guardián del misterio divino de la Encarnación (RC 5).

Esposo y padre

La exhortación papal aborda con cierta extensión el doble papel de José descrito en el Evangelio como esposo de María y padre de Jesús:

"Y si para la Iglesia es importante profesar la concepción virginal de Jesús, no lo es menos sostener el matrimonio de María con José, porque jurídicamente de ello depende la paternidad de José". (R 7)

María y José son marido y mujer (RC 7, 17-21). El Papa repite la enseñanza de los santos Agustín y Tomás de Aquino sobre este matrimonio: "una unión indivisible de almas, una unión de corazones y de consentimiento" (RC 7). Desde el siglo II se ha enseñado la imagen de María como la Nueva Eva, siendo Cristo el Nuevo Adán (ver Rom 5:14-19). Pero el Papa vuelve al texto del Génesis y afirma:

"Pero mientras que Adán y Eva fueron la fuente del mal, que se desencadenó sobre el mundo, José y María son la cumbre desde la que la santidad se extiende sobre la tierra. El Salvador comenzó la obra de la salvación a partir de esta unión virginal y sagrada" (ex virginali et sacra coniunctione incohavit RC 7).

Inmediatamente hace una aplicación a la vida familiar, pues ésta "tiene la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor" y tiene tanto que aprender de la Sagrada Familia, que fue verdaderamente "la Iglesia doméstica original que toda familia cristiana" debe reflejar (RC 7). De hecho, "la Iglesia venera profundamente a esta Familia y la propone como modelo de todas las familias" (RC 21). Una teología católica que se centre demasiado exclusivamente en María puede olvidar el profundo amor humano entre ella y su esposo, un punto destacado por el Papa:

"José tomó a su mujer, pero no la conoció hasta que dio a luz un hijo" (Mt 1, 24-25). Estas palabras indican otro tipo de cercanía en el matrimonio. La profunda cercanía espiritual que surge de la unión conyugal y el contacto interpersonal entre el hombre y la mujer tienen su origen definitivo en el Espíritu, el Dador de Vida (cfr. Jn 6,63). José, obedeciendo al Espíritu, encontró en él la fuente del amor, el amor conyugal que experimentó como hombre. Y este amor resultó ser más grande de lo que este "hombre justo" "jamás podría haber esperado dentro de los límites de su corazón humano". (RC19)

Juan Pablo cita la encíclica de León XIII que señalaba que el matrimonio es un compartir. Así pues, José no fue sólo el protector de María, sino que Dios "dio a José a María para que participara, mediante el pacto matrimonial, de la grandeza sublime de ella" (RC 20). Estamos familiarizados con el simbolismo nupcial de Cristo y la Iglesia[19], pero el Papa Juan Pablo señala que los dos tipos de amor entre María y José, conyugal y virginal, representan juntos el misterio de la Iglesia (RC 20). Algunos autores modernos utilizan el término "misiones complementarias" de María y José[20].

La exhortación resume las tradiciones escriturísticas, litúrgicas y pontificias al hablar de la paternidad de José: hizo de su vida un servicio de la Encarnación; tenía autoridad legal sobre la Sagrada Familia; veló paternalmente por el Hijo de Dios; mostró a Jesús toda la solicitud afectuosa que puede conocer el corazón de un padre; se le confía toda la vida llamada "privada" u "oculta" de Jesús. Jesús, a su vez, "le obedecía y le rendía ese honor y reverencia que los hijos deben a su padre" (RC 8). Es una paternidad auténtica, no sustitutiva: es una paternidad "que participa plenamente de la auténtica paternidad humana y de la misión de padre en la familia" (RC 21). Tanto Lucas como Mateo señalan que José asume el papel de padre al dar al niño el nombre de Jesús (RC 7, 12). Las palabras de María confirman la realidad de Nazaret, "tu padre y yo te buscábamos" (Lc 2,48; ver RC 15), que Lucas atestigua en otro lugar hablando de los padres de Jesús (Lc 2,33; 41-RC 21).

Encontramos un resumen del papel de José con respecto a ser Jesús y María en el comentario del Papa sobre la estancia en Egipto: "José, guardián y cooperador en el misterio providencial de Dios... veló por el que realiza la Nueva Alianza" (RC 14).

La vida oculta en Nazaret está cuidadosamente descrita

"El crecimiento de Jesús "en sabiduría y estatura" (Lc 2,52) tuvo lugar en el seno de la Sagrada Familia bajo la mirada de José, que tenía la importante tarea de "criar" a Jesús, es decir, alimentarlo, vestirlo y educarlo en la Ley y en un oficio, conforme a los deberes de un padre".

Y este pasaje termina con la imagen de Jesús trabajando al lado de José (RC 16, ver 22 23).

Nazaret: trabajo y vida interior

El Papa Juan Pablo II, como era de esperar, presenta a José como un trabajador y, por tanto, un modelo para todos los cristianos. La novedad es que se dice que el trabajo es "la expresión cotidiana del amor en la vida de la Familia de Nazaret" (RC 22). Siguiendo a Pablo VI, el Papa muestra que la santidad está abierta a todos:

"San José es el modelo de aquellos humildes que el cristianismo eleva a grandes destinos... es la prueba de que para ser un buen y auténtico seguidor de Cristo, no es necesario hacer grandes cosas, basta con tener las virtudes comunes, sencillas y humanas, pero tienen que ser verdaderas y auténticas" (RC 24).

La encíclica se centra en la vida interior: "José iba cada día en compañía del misterio oculto desde siempre, que habitaba bajo su techo" (RC 25)[21]. El Papa mira saca consecuencias para la espiritualidad y la vida interior de la intimidad del hogar de Nazaret. Puesto que el amor y la curación vinieron de Jesús en su ministerio, nosotros, como María y José, debemos adentrarnos en el misterio de la Encarnación. En José se armonizan idealmente las dos vidas contemplativa y activa: en él vemos el amor agustiniano a la verdad (caritas veritatis) unido a las exigencias del amor (necessitas caritatis).

Patrono de la Iglesia

Cada época, al parecer, encuentra a la Iglesia amenazada, especialmente los últimos cien años, desde que José fue nombrado su Patrono. El documento papal señala diversas situaciones en las que son necesarios el ejemplo y la intercesión de José: la evangelización y la reevangelización, el matrimonio, las virtudes evangélicas, el pecado y las tinieblas que nos rodean, la necesidad de servir a la misión salvífica de Cristo y de entrar plenamente en el misterio de la Encarnación (RC 28-32).

Conclusión

La liturgia de la Iglesia actual y el magisterio papal que hemos ido rastreando ofrecen algunos indicadores importantes para nosotros hoy. Ya no podemos descuidar la consideración de José cuando estudiamos la mariología. Aunque silencioso, José no es una figura periférica en el plan de salvación. Para nuestro tiempo, su mismo silencio es un fuerte desafío a los valores vigentes en nuestra sociedad, la glorificación del éxito, del logro y de la autorrealización. José señala el valor supremo de la vida interior; vive en total entrega a Jesús y a María. José señala el amor y el sacrificio como normas clave del matrimonio cristiano. En María y José, el hombre y la mujer encuentran su verdadera identidad. También la Iglesia.

Quisiera subrayar la urgente necesidad de nuevos estudios sobre José en dos ámbitos y a partir de dos fuentes. La Iglesia necesita escuchar y aprender de quienes tienen matrimonios en los que por una u otra razón (salud, situaciones sociales, libre elección, etc.) no hay relaciones sexuales. Sus puntos de vista sobre el matrimonio podrían ayudarnos a comprender mucho mejor a esos esposos que fueron José y María. Éstos tienen algo que decir a la Iglesia que los teólogos célibes, hombres o mujeres, no pueden ni siquiera empezar a adivinar. Del mismo modo, necesitamos escuchar a los padres que han adoptado niños: ¿cuál es su experiencia de vinculación con su hijo? Los hombres que se han casado con mujeres con hijos de un matrimonio anterior también pueden tener algo que enseñarnos a este respecto. Estas dos áreas de estudio y puesta en común son sólo otro ejemplo de cómo la vida de la Iglesia puede ser gravemente deficiente al no contar con un auténtico laico que ayude a articular su espiritualidad y la humanidad implicada en sus verdades más profundas.

[1] L.J. Suenens, Dear Saint Joseph (Ertvelde, Bélgica: Edición F.I.A.T, 1994) 9.

[2] A. Doze, Saint Joseph: Shadow of the Father (Nueva York: Alba House, 1992) 9. Este libro se publicó también con el título Discovering Saint Joseph (Londres: St Paul's, 1991).

[3] F.L. Filas, The Man Closest to Christ: Nature and Historic Development of the Devotion to St Joseph (Milwaukee, 1944).

[4] Redemptoris custos (1989).

[5] Entrevista citada de F.L. Filas, Joseph: The Man Closest to Jesus (Boston: St Paul, 1962) 462; véase también Documentation catholique 60(1963) 403.

[6] "Remarques sur la Constitution dogmatique sur l'Église 'Lumen gentium'", Irénikon 1(1966) 5-45 en 22-24.

[7] Redemptoris custos, 15 de agosto de 1989.

[8] Véase Próspero de Aquitania, Legem credendi statuit lex supplicandi (la oración pública establece la ley de la creencia).

[9] 19 de marzo, véase el canon 1247 § 1. Más tarde se concedió una dispensa para los países que celebraban la fiesta de San Patricio (17 de marzo) como fiesta de precepto.

[10] Canon 1259 § 2.

[11] Raccolta n. 489, p. 413-415.

[12] El latín es mucho más rico: Praesta, quaesumus, omnipotens Deus, at humane salutes mysteries, cuius primordial beati Ioseph fideli costodiae commisisti, Ecclesia tua, ipso intercedente, iugiter servet implenda.

[13] Mp. Bonum sane 25 julio 1920-AAS 12(1920) 313-317.

[14] Encíclica Divini Redemptoris, 19 de marzo de 1937-AAS 29(1937) 106.

[15] Carta Apost. Le voci, 19 de marzo de 1961-AAS 53(1961) 205-213.

[16] Referencias en Dictionnaire de spiritualité 8:1320.

[17] AAS 52(1960) 455-456 citado Dictionnaire de spiritualité 8:1320; ver A. Doze, Joseph: Shadow of the Father 55-56.

[18] Traducción: Guardian of the Redeemer (Boston: Pauline Books and Media, 1989 = traducción vaticana); véase también el importante comentario J.J. Davis, "Mary and Joseph in the Apostolic Exhortation Redemptoris custos", Marian Studies 42(1991) 133-171.

[19] Véase Ef 5,25-32 y Vaticano II, Constitución de la Iglesia, LG 5 y 7.

[20] Por ejemplo, P. Molinari y A. Hennessy, Giuseppe e Maria: Vocazione e missione di una coppia di sposi (Milán: San Paolo, 1993) 66-76 del original inglés The Vocation and Mission of Joseph and Mary (Dublín: Veritas, 1992).

[21] La traducción oficial omite inexplicablemente la palabra clave "cotidiano".

Autor: Christopher O’Donnell, O.Carm

Published in Noticias (CITOC)
Miércoles, 31 Enero 2024 16:57

B. Candelaria de San José, Virgen

1 de febrero Memoria libre en América Latina

Nacida en Altagracia de Orituco el 11 de agosto de 1863, Susana Paz-Castillo Ramírez, su nombre de Bautismo, acogió con entusiasmo la llamada de Dios a la santidad, y desde muy joven descolló en la práctica de la caridad viva y efectiva, con la cual atendió, consoló y curó a los enfermos y heridos que las contiendas bélicas habían dejado en las calles de su ciudad natal.

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Homilía en la Misa de Beatificación de la Beata Candelaria
Cardinal José Saraiva Martins

Caracas, Venezuela
Domingo – 27 de abril de 2008

1. Escuchando las palabras de Jesús en el evangelio recién proclamado, vienen a la mente las estupendas reflexiones de san Agustín, cuando afirma que, si desgraciadamente por culpa de un incendio fueran destruidos los cuatro evangelios y se salvasen sólo las palabras:  "Dios es amor", la sustancia habría quedado intacta. ¿En qué religión el amor es todo, como en el cristianismo? La fe cristiana es un acto de amor como bien nos lo ha recordado Benedicto XVI en su primera encíclica. El exordio del pasaje evangélico de hoy es emblemático:  «Jesús dice a sus discípulos:  "Si me amáis, observaréis mis mandamientos"». En ese "si me amáis" está la síntesis del cristianismo. 

Quien ama hace todo por amor, aun las cosas imposibles, sin que le pesen, porque observa la ley interior, más exigente que cualquier disciplina externa. Y porque el lenguaje del amor no son las palabras sino la unión de aquel que ama con la persona amada, en los siete versículos del evangelio de este domingo Jesús habla siete veces de unión. En efecto, ser-en:  expresa el verbo fascinante de la unión suprema y total:  los discípulos están "en" Cristo y Cristo "está en" el Padre. 

2. La liturgia de la Iglesia, con sabia pedagogía nos está preparando para la gran solemnidad de Pentecostés. La primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta al Espíritu Santo, recibido por la imposición de las manos de los Apóstoles. También el Evangelio, sobre el cual estamos meditando, habla del Espíritu Santo que los discípulos recibirán como Paráclito:  que en griego significa a veces Consolador, otras veces Defensor, o ambas cosas. San Juan insiste en su evangelio sobre el título de Paráclito, ya que históricamente la Iglesia, después de la Pascua, tuvo una experiencia viva y fuerte del Espíritu como consolador, defensor, aliado en las dificultades internas y externas, en las persecuciones y en la vida de cada día. En los primeros siglos, cuando la Iglesia es perseguida, tiene la experiencia cotidiana de procesos y condenas; es entonces cuando ve en el Consolador al abogado y al defensor divino contra sus acusadores humanos. El Consolador, es experimentado como aquel que asiste a los mártires y que ante los jueces, en los tribunales, pone en sus labios la palabra que nadie es capaz de rebatir. Pasada la era de las persecuciones, el acento se traslada y el significado predominante es el de consolador en las tribulaciones y angustias de la vida. 

Al contemplar al Paráclito sentimos la fuerza de honrar e invocar al Espíritu Santo, y ser nosotros mismos otros "paráclitos", "consoladores", en el pleno sentido de la palabra, según la medida divina. Si es verdad que el cristiano tiene que ser alter Christus, otro Cristo, también es verdad que tiene que ser alter Paraclitus, otro consolador. 

3. Ser consoladores, paráclitos, es una cualidad que en general han tenido todos los santos:  como el buen Samaritano, se han ocupado de aliviar las heridas de tantos hermanos y hermanas, con el bálsamo de la misericordia y el aceite de la esperanza cristiana. Con el alma llena de alegría hoy, contemplando la vida y el ejemplo de la nueva beata venezolana, y su carisma que se transmite en su obra, a través de sus hijas, las Hermanas Carmelitas de la tercera orden carmelita en Venezuela, observamos que sobresale como una característica dominante un verdadero "arte de consolar". En su sencillez, la madre Candelaria vivió y nos propone, con toda su actualidad, una verdadera teología del consuelo. Así se explican los hechos de su vida cotidiana que, aunque con una simple palabra o un gesto, vividos siempre con su constante y ardiente oración y una fe viva y profunda, fue capaz de acercarse a tantos enfermos. Ciertamente era Dios quien "consolaba" por medio de ella. 

Llama la atención, en los testimonios recogidos para su causa de beatificación, cómo en la beata el amor a Dios estuvo íntimamente unido con el amor al prójimo. En efecto, desde muy joven se dedicó al servicio de los demás, en el cuidado de los enfermos o en la catequesis de jóvenes y adultos, con su maternal atención a las hermanas de su congregación. Una vida consumida pasando horas y horas junto al lecho de los enfermos, hasta padecer hambre para poder dar de comer a los enfermos de un hospital y hacer duros viajes para buscar dinero para los hospitales. 

Y así un año y otro año, siempre —y quizá sea esta una de las características más atractivas de la beata Candelaria— con una gran sencillez, sin dramas, siempre serena y dispuesta a escuchar, sin lamentarse jamás de las personas que le hacían difícil la vida del servicio cristiano. Una caridad que alcanzaba el heroísmo:  como quedar sin cama donde dormir, por haberla dado a un enfermo; preferir atender a los enfermos más contagiosos o a las personas enemigas de la fe; asistir con maternal dulzura a las mujeres extraviadas que eran hospitalizadas. Su entrega total al prójimo era tal que incluso los médicos más incrédulos quedaban maravillados de la generosa entrega de esta pequeña y sencilla hermana. 

4. La beata que hoy veneramos testimonia, con su entera vida, que el amor sobrenatural es la base de la existencia, que sólo el amor puede cambiar la vida del ser humano según sus exigencias más profundas y que el amor consiste en la entrega de sí mismo, superando las resistencias y los individualismos para realizar la voluntad divina. 

La presente beatificación, manifestando este aspecto de la espiritualidad de la beata Candelaria, nos invita a ser también nosotros, con docilidad al Espíritu Santo, dispensadores de la "consolación" de Dios. 

La beata Candelaria nos acompaña e invita a ocuparnos de los enfermos terminales, de los enfermos de sida, a preocuparnos por aliviar la soledad de los ancianos y las dificultades de tantas formas diversas de pobreza, a dedicar el tiempo necesario a visitar a los enfermos en los hospitales. Y ¿cómo no pensar en quienes se dedican a socorrer a los niños, víctimas de atropellos y abusos de toda clase? También se han de defender los derechos de las minorías amenazadas, como algunas poblaciones indígenas de América Latina, y ser la voz de quien no la tiene. 

Pero su testimonio, el que más me interesa que llegue a cada uno de nosotros y a cuantos en el futuro encuentren la elocuente lección de la beata Candelaria, además de los valores morales, que son grandes, es lo que está en su origen. Me refiero a la presencia viva y operante de Cristo resucitado en ella, que se manifiesta palpable en su caridad sin límites. En este sentido, la beata que hoy ha sido elevada al honor de los altares pertenece a esa multitud de cristianos y cristianas que manifiestan y muestran con fuerza la presencia de Cristo en el hombre y la mujer de hoy, peregrinos, que a veces olvidándose de la meta, caminan sin orientación. 

En el evangelio de hoy Jesús dice a los Apóstoles que pedirá al Padre que les envíe el Espíritu Consolador, para que siempre permanezca con ellos. Y este "permanecer" del Espíritu en nuestro corazón "nos transforma en Cristo", haciéndonos en el mundo, y en la historia, es decir en la sociedad de hoy —en el ambiente concreto en el que vivimos— su presencia viva y testimonio creíble. Esto sucedió en la madre Candelaria y puede suceder en nosotros. El Espíritu forma en nosotros a Cristo y nos hace sus imitadores en nuestro tiempo y durante toda nuestra vida, nos lo recuerda el Santo Padre:  "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (Deus caritas est1). 

La santidad de vida de esta flor de Venezuela, que es la madre Candelaria, uno de los frutos eminentes de la historia del catolicismo en Latinoamérica, nos afirme en la experiencia tan bien descrita por Benedicto XVI al principio de su pontificado:  "Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos por el Evangelio, por Cristo. Nada hay más bello que conocerlo y comunicar a los otros la amistad con él" (Homilía, domingo 24 de abril de 2005:  L'Osservatore  Romano, edición en lengua española, 29 de abril de 2005, p. 7). Por tanto, mientras nos alegramos por la beatificación de la madre Candelaria, y damos por ello gracias a Dios, dejémonos sorprender por el Evangelio y hagamos de Cristo la razón de nuestra vida.

Published in Noticias (CITOC)
Lunes, 29 Enero 2024 08:47

Beata Archangela Girlani, virgen

29 de Enero | Memoria libre en las provincias italianas

B. Archangela tomó el hábito de Carmelita en el monasterio de Parma en 1477 a la edad de 17  donde tomó el nombre Archangela. Eventualmente se hizo priora del monasterio en Parma, y  después la priora de una nueva fundación en Mantua, desde 1492 hasta su muerte.

Está escrito en un antiguo manuscrito que la B. Archangela vivió su vida religiosa tan  intensamente que, como el monasterio se llama “Santa María en el Paraíso,” ella y las otras  monjas, aunque todavía aquí en la tierra, vivían como si ya estuviesen absortas en el cielo. 

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Viernes, 19 Enero 2024 11:42

Memoria del B. Angelo Paoli, "Padre Caridad"

20 de enero Memoria libre (Memoria obligatoria en las provincias italianas)

En un mundo en el que desgraciadamente no faltan ejemplos de cruel desprecio hacia los pobres y los oprimidos, el ejemplo de Angelo Paoli es un refrescante soplo de aire. Angelo se preocupaba tanto por sus desafortunados hermanos y hermanas que era conocido como "Padre Caridad" o "Padre de los Pobres". Afortunadamente, hizo algo más que actuar como un individuo bondadoso: fue un excelente motivador, que puso en marcha muchas iniciativas de benevolencia en los albores del siglo XVIII.

La humanidad era una forma de vida asumida para el joven Paoli. Nació el 1 de septiembre de 1642 en la humilde localidad toscana de Argigliano, no muy lejos de las canteras de piedra de Massa Carrara. Sus padres, Angelo Paoli y Santa Morelli, decidieron bautizar a su hijo Francesco, en honor del benévolo santo de Asís. Eran campesinos devotos que proporcionaron un hogar lleno de amor a sus siete hijos, donde el cuidado de los demás era el elemento esencial de la vida. De joven, Paoli buscaba con frecuencia momentos en los que poder marcharse a lugares remotos y hermosos para estar a solas en oración. Pero con igual celo enseñaba las creencias y virtudes cristianas a los jóvenes de su pueblo. No sorprendió a sus padres ni a nadie que su devoción a María le llevara a los 18 años a ingresar en el Carmelo, en la cercana Fivizzano.

Fue enviado a Siena para su año de noviciado, y profesó sus votos en 1661, tomando el nombre religioso de Angelo en honor a su padre. Tras estudiar filosofía y teología en Pisa y Florencia, fue ordenado sacerdote en 1667. Los primeros 20 años de su ministerio los pasó en las ajetreadas labores propias de su provincia toscana. Como fraile versátil y fiable, trabajó en las comunidades de su Argigliano natal, en Pistoia y en Siena. Fue maestro de novicios en Florencia, párroco en Carniola, profesor de gramática en Montecatini y organista y sacristán en Fivizzano. A lo largo de este ajetreado periodo, continuó con su oración regular en lugares remotos y hermosos, y nunca perdió de vista a los más pobres que pudieran necesitar su ayuda. Desarrolló una especial devoción por el sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz. Manifestó su devoción a la Cruz colocando varias grandes cruces de madera en sus lugares de oración favoritos, a menudo en las cimas de hermosas montañas. Más tarde colocaría una gran cruz en las ruinas del Coliseo de Roma, en memoria de los mártires que murieron allí.

En 1687, su vida cambió radicalmente cuando el Prior General, Pablo de San Ignacio, le llamó a Roma para unirse a la comunidad de San Martino ai Monti. El plan original del Prior General era simplemente que Angelo diera buen ejemplo a la comunidad con su ferviente observancia de la vida religiosa. Pero en cuanto llegó, se le encargó la economía de la comunidad.

Inmediatamente empezó a ocuparse de los mendigos y los pobres que llenaban las calles de Roma, en medio del esplendor de la brillante época barroca. Angelo no tardó en asombrar a los miembros de la comunidad con el ingente número de pobres y hambrientos que acudían al patio del monasterio a por su comida diaria. Algunos días acudían hasta 300 personas para ser alimentadas. Aún más sorprendente era cómo Angelo encontraba comida, dinero y ropa suficientes para atender a todos los que acudían, y afirmaba tímidamente que siempre había algo en su despensa. Algunos romanos compararon su generosidad con los panes y los peces de Jesús; otros simplemente concluyeron que había encontrado benefactores secretos que querían permanecer en el anonimato.

Angelo también se sintió rápidamente atraído por el cuidado de los enfermos. No lejos de San Martino, había un concurrido hospital en San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Según la costumbre de la época, el hospital se ocupaba principalmente de la salud y la alimentación básica del paciente, pero cosas como comida adicional, mantas y ropa solían dejarse en manos de los familiares de los enfermos. Para los más pobres, a menudo no había nadie que supliera estas necesidades. Así que Angelo empezó a visitar las dos alas del hospital, una para hombres y otra para mujeres. Daba de comer a los pacientes más hambrientos, consolaba y aconsejaba a los necesitados, vaciaba bacinillas y se ocupaba de los servicios más humildes. Sus visitas aumentaron hasta dos veces al día, sobre todo cuando pudo encontrar otros bienhechores y donantes que apoyaran sus esfuerzos. Con el tiempo, encontró un lugar cerca del Coliseo, donde organizó y dirigió el primer hogar de convalecencia de Roma para los pacientes dados de alta del hospital, pero aún incapaces de cuidar de sí mismos.

Parte del genio práctico de Angelo procedía del hecho de que su sólida vida espiritual atraía a muchos otros a colaborar en sus obras de caridad. Era un confesor popular y consejero espiritual de los miembros ilustres de la sociedad romana. Le buscaban con avidez cardenales, embajadores, funcionarios romanos, incluido el propio médico del Papa, e innumerables miembros de las familias nobles de Europa. A veces, la única forma que tenían los ricos y poderosos de hablar con Angelo era seguirle a través de una sala de hospital con una cesta de comida o ayudarle mientras repartía pan en San Martino. Sin lugar a dudas, estos patricios bien alimentados también eran generosos a la hora de ayudar en sus esfuerzos por alimentar a los demás.

Para recompensar su generosa atención a los pobres, el Papa Inocencio XII quiso nombrar cardenal a Angelo, pero éste se negó alegando que no podría mantener su nivel de caridad con semejante cargo. El Papa Clemente XI también le ofreció un birrete escarlata, que rechazó. Angelo no deseaba ser príncipe de la Iglesia, pues ya estaba bastante ocupado siendo un buen fraile. Sin embargo, convenció a los Papas para que detuvieran el robo de piedra del Coliseo en ruinas y erigieran allí una gran cruz en memoria de los mártires. Uno de los momentos culminantes de la obra de Angelo se produjo en 1708. Levantó tres cruces de madera en el monte Testaccio, una colina artificial creada con una enorme cantidad de antiguos escombros de cerámica rota. Celebró el Vía Crucis con un sermón sobre la pasión y muerte de Jesús, como muestra de su amor por todas las personas. A continuación distribuyó pan y salchichas a todos los presentes para continuar la celebración.

Angelo Paoli murió en paz en 1720 y fue enterrado en la iglesia de San Martino. Mucha gente hablaba de su capacidad para predecir acontecimientos futuros y curar a los enfermos. Pero sus sencillas obras de misericordia hablaban aún más elocuentemente de su sólida espiritualidad y de su amor a Dios. Había dicho a sus ricos benefactores: "Quien quiera amar a Dios, que lo busque entre los pobres". Verdaderamente, ¡un epitafio apropiado!

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* Sepulcro del Beato Angelo Paoli, padre de los pobres, en la Basílica de los Santos Silvestro y Martino ai Monti en Roma.
Pivari.com, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, vía Wikimedia Commons
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Sábado, 30 Diciembre 2023 00:07

Fiesta de S. Pedro Tomás, Obispo

8 de enero Fiesta

Nació en el Perigord meridional (Francia) alrededor de 1305. A la edad de veinte años entró en la Orden del Carmen. Habiendo ejercido el oficio de Procurador General de la Orden ante la Curia pontificia en Aviñón y después de predicador apostólico, fue nombrado en 1354 obispo de Patti y Lípari.

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Viernes, 29 Diciembre 2023 23:57

S. Ciriaco Elías Chavara (CMI) Sacerdote

3 de enero Memoria libre en las regiones de la India

S. Kuriakos Elias Chavara, cofundador y primer prior general de la Congregación de los  Carmelitas de María Inmaculada, nació en Kainakary en Kerala, la India, el 10 de febrero de  1805. Él entró en el seminario en 1818 y fue ordenado sacerdote en 1829. Profesó votos en  1855 en la congregación que él fundó.

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14 de diciembre | Fiesta

Con todo lo que es la Eucaristía para un cristiano católico, ¿tiene Juan de la Cruz una espiritualidad eucarística? Su devoción al Santísimo Sacramento o a la Misa no es evidente a primera vista. Pero, si de hecho la Eucaristía tiene una importancia central para él, ¿por qué está esto oscuro en sus escritos?

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Lunes, 04 Diciembre 2023 07:47

Beato Bartolomé Fanti, sacerdote

5 de diciembre Memoria libre

El beato Bartolomé Fanti, nacido en Mantua, donde comenzó una gran reforma carmelita, se hizo miembro de los carmelitas en la congregación de esa reforma. Fue ordenado sacerdote poco antes de 1452. Se le recuerda por su amor a la Eucaristía y a la Virgen María. Humilde y generoso, vivió tranquilamente una existencia consumada en la fiel observancia regular y en una atenta asistencia, incluso como legislador de dos cofradías laicas en la iglesia carmelita de Mantua.

Era una figura muy querida. No ocupó cargos de gran importancia dentro de la Orden. A veces se le menciona como director de novicios, pero no es exacto.

Murió como modelo de santidad el 5 de diciembre de 1495. La devoción comenzó inmediatamente después de su muerte. Su culto no fue reconocido y aprobado hasta el 18 de marzo de 1909 por el obispo Giuseppe Sarto, que llegaría a ser el Papa San Pío X.

En reconocimiento de su amor a la Eucaristía, la Liturgia de las Horas para su memoria ofrece como segunda lectura una selección de la encíclica Mysterium Fidei del Papa Pablo VI. Con ello se pretende promover una reflexión sobre la Eucaristía. La oración, propia de Bartolomé, alaba al Señor por haber concedido al Beato Fanti la gracia de promover la devoción a la Eucaristía y la devoción a la Virgen María, y pide que le imitemos en estas dos adoraciones.

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Martes, 28 Noviembre 2023 07:37

Celebración de los beatos Dennis y Redemptus

Beatos Dennis (sacerdote y mártir) y Redemptus (religioso y mártir)
29 de noviembre | Conmemoración facultativa

Los dos salieron de Goa con la delegación el 25 de septiembre de 1638, y tras un exitoso viaje llegaron a Achén el 25 de octubre. La alegría con que fueron recibidos fue falsa; pronto fueron hechos prisioneros. Dionisio y Redento fueron más torturados y juzgados que los demás, con el fin de hacerles renunciar a su fe católica y que abrazaran el Islam.

Mientras estuvo en prisión, Dionisio se privó incluso de lo necesario en su caridad por los demás, a los que fortalecía con sus palabras, su ayuda y su ejemplo. Ambos fueron condenados a muerte: Redento fue uno de los primeros en morir, mientras que Dionisio fue martirizado el último, como él mismo deseaba, para poder fortalecer a los demás. Murió el 29 de noviembre de 1638, de un golpe de espada que le seccionó la cabeza en dos.

Ambos carmelitas fueron beatificados por el Papa León XIII el 10 de junio de 1900.

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La fiesta de San Martín de Tours celebrada en la iglesia carmelita de Roma

Desde noviembre de 2018, la parroquia carmelita de San Martino ai Monti, en Roma, celebra la fiesta de su patrón de la forma tradicional.

"En septiembre de 2016, fui nombrado párroco de SS. Silvestro y Martino ai Monti", explica el padre Lucio Zappatore. "Profundizando en la figura de uno de nuestros santos patronos, San Martín, descubrí su importancia a nivel europeo. En particular, descubrí la procesión en otros lugares de San Martín a caballo, seguido de niños con linternas (recordando el transporte del cuerpo de San Martín desde Candes, donde había muerto el 8 de noviembre de 397, hasta Tours, la ciudad donde era obispo). Y esta procesión de la fiesta es la más popular de Europa. Faltaba aquí en Roma, así que nos pareció importante establecerla también aquí".

Este año la presidió monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización y responsable de la organización del Año Jubilar 2025. La misa de este año estuvo muy concurrida; se colocaron sillas adicionales y la gente se sentó en los escalones de los altares laterales o permaneció de pie. Este año, los 500 farolillos preparados no fueron suficientes. Además de los niños de nuestra comunidad, se unieron niños de colegios alemanes de Roma con sus propios farolillos.

La procesión comenzó en la plaza frente a la iglesia. Se dirigió hacia la Via Merulana, una gran calle arbolada que conecta las basílicas papales de San Juan de Letrán y Santa María la Mayor. En la plaza de Santa María la Mayor, la procesión se detuvo. Como sorpresa para los participantes, el jefe de la basílica, el arzobispo Rolandas Makrickas, invitó a todos los niños a subir, con sus linternas, al balcón central de la fachada de la basílica para saludar a San Martín desde arriba.

"Fue un espectáculo maravilloso", dijo el padre Zappatore.

A continuación, la procesión regresó a la plaza, frente a la iglesia de San Martino. Allí, "San Martín" se encontró con un pobre y le dio la mitad de su capa. Esto recuerda un episodio de la vida de San Martín. A continuación, se distribuyó la torta de San Martín a los niños y castañas con vino nuevo a los adultos. Las familias concluyeron la fiesta en el cercano Palacio Brancaccio. El director ofreció un refrigerio gratuito a los niños y a sus padres.

Una de las características de la figura de San Martín es su preocupación por los pobres y los últimos entre nosotros ("gli scarti" como los llama el Papa Francisco) por lo que la comunidad parroquial carmelita, desde hace muchos años, mantiene este aspecto de la caridad en primer plano: dos veces por semana la parroquia proporciona duchas y una muda de ropa a los que viven en la calle. La parroquia también distribuye paquetes de comida y ropa de cama a familias necesitadas que son remitidas por el Centro d'Ascolto de la parroquia.

La parroquia está trabajando en la creación de una Cofradía de San Martín para llevar a cabo todas las actividades caritativas de la parroquia. Esta estará conectada a la gran familia de Cofradías de San Martín repartidas por toda Europa.

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