Somos alimentados para poder alimentar
Nuestra lectura del Evangelio de San Marcos se interrumpirá durante las próximas cinco semanas, ya que se nos invita a leer los pasajes del ‘Pan de Vida’ del capítulo 6 del Evangelio de San Juan, que constituyen una especie de meditación sobre quién es Jesús y qué sucede cuando nos reunimos en la Eucaristía: estamos siendo alimentados por Jesús en la Palabra y en el Sacramento, y al mismo tiempo nos envía a compartirlo los unos con los otros.
En el Evangelio del domingo pasado, Jesús alimentó a la multitud, hambrienta de la Palabra de Dios con su enseñanza. Esta semana, Jesús también alimenta a la multitud con pan y pescado. Una vez más, Jesús es profundamente consciente de las necesidades humanas de los demás. A pesar de ser tantos, no sólo se alimenta a todos, sino que sobra comida. En el relato hay una sensación de superabundancia.
Cuando Dios responde a las necesidades y provee a la gente, nunca hay suficiente; siempre hay más que suficiente.
Al ver lo que ha hecho Jesús, la gente cree saber quién es Jesús (‘el profeta que ha de venir al mundo’) y cuál debe ser su papel (un rey que les proporcionará todo lo que quieran). Pero tienen una idea equivocada sobre la realeza de Jesús. No es un libertador nacional, un líder político o un mago. Así que Jesús huye solo a las montañas.
En el Evangelio del próximo domingo, Jesús explicará en qué consiste realmente esta señal de alimentar a la multitud.
Al comenzar esta meditación sobre Jesús, el Pan de Vida, nuestros pensamientos se dirigen también a cómo podemos ser pan vivo para los demás; cómo podemos alimentar y nutrir con los panes que no perecen: la verdad, la justicia, el amor, la bondad, la compasión, la honestidad, la integridad, la fe, la esperanza y el perdón.
¿Qué palabras podemos decir, qué acciones podemos hacer que no sólo alimenten los cuerpos, sino que también alimenten los corazones hambrientos de consuelo, esperanza, perdón, justicia, misericordia, aceptación y amor? ¿Cómo podemos ser el ‘pan de Dios’ en nuestro mundo actual?
El ‘alimento’ nos ha sido confiado. Nos alimentamos para poder alimentarnos unos a otros.
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Somos conscientes que Cristo não só se faz presente no Santíssimo Sacramento, mas também está em nossos corações. Mesmo quando estamos sós, continuamos sendo membros do Corpo de Cristo.
O lugar que escolher para esta oração, poderia ter uma vela acesa, um crucifixo e a Bíblia. Estes símbolos ajudam a manter-nos conscientes do sagrado que é o tempo de oração e a nos sentirmos unidos com as outras comunidades locais que estão em oração.
A celebração é organizada para que um dos membros da família a presida e os demais membros participem juntos. Porém, a parte do presidente da celebração pode ser compartilhada por todos os presentes.