La comunidad reunida recibí, con alegría el
Espíritu Santo que la transforma
(Jn 20:19-31)
Con la resurrección del Señor, el domingo pasado, comenzó en la Iglesia la celebración de la cincuentena Pascual, que concluirá, en seis semanas, con la fiesta de Pentecostés.
Los evangelios de cada domingo de esta cincuentena serán una meditación sobre Jesús como: el Cristo resucitado, que enseña las Escrituras, comparte el pan y da la vida en toda su plenitud, porque él es el camino, la verdad y la vida, la promesa del amor de Dios.
El Evangelio de este domingo nos presenta dos historias de transformación por el encuentro con Jesús resucitado.
En la primera, Jesús se aparece a los discípulos que estaban asustados y desconcertados en una habitación con las puertas cerradas. Sus primeras palabras son: ‘La paz con vosotros’. Entonces, el miedo y el desconcierto se convierten en alegría cuando los discípulos reconocen la presencia de Jesús resucitado en medio de ellos. Pero eso no es todo, luego son enviados a ser misioneros de la paz y el perdón. Reciben el Espíritu Santo, se transforman de un grupo de personas atemorizadas, escondidos en una habitación, en personas valientes que proclaman el amor y la misericordia de Dios.
Sabemos que el miedo genera soledad y encierro en sí mismo. Lo vivimos cada día en estos momentos.
Mientras buscamos los medios para mantenernos a salvo nosotros mismos y a los demás, también, estamos tratando que nuestros corazones no se bloqueen.
En nuestra naturaleza humana encontramos algo bueno inherente en ella. Las personas están encontrando nuevas formas de cuidarse mutuamente; por ejemplo: como restaurantes de primera clase ofrecen cientos de comidas para personas pobres, ancianas o aisladas.
U otros muchos ejemplos de personas que transforman el miedo y el desconcierto en momentos de esperanza y de alegría. ¿reconocemos la presencia del Jesús resucitado en estas acciones salvíficas?
La segunda historia del Evangelio de hoy, todos la conocemos es la duda de Tomás; pero, más bien la deberíamos llamar como el Tomás creyente: la duda es solo el inicio de la historia.
Jesús no regaña ni reprende a Tomás. Si Tomas quería pruebas, solo necesitaba tocar a Jesús para sentirlo que es real. Pero Tomás no lo hace, sino que el encuentro personal con Jesús lo transforma de escéptico en creyente.
Este texto evangélico nos recuerda que la fe no consiste en creer con nuestras mentes o en la búsqueda de pruebas, sino que la fe se encuentra únicamente en nuestra relación personal con Jesús.
Quizás estos días nos brinden un poco más de tiempo para sentarnos y conversar con Jesús, para reconocerle ya presente en nuestros corazones, para dejar que nuestros miedos y dudas sean superados por el amor, para encontrar formas nuevas y creativas de transformar la oscuridad en luz, paz y alegría para los demás.
Que la nueva vida que celebramos, en esta cincuentena cincuenta pascual, nos traiga la creatividad del Espíritu que necesitamos para ser en el mundo de hoy el corazón vivo de Dios.
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