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Jueves, 08 Febrero 2024 13:22

Celebrando en Familia - VI Domingo del Tiempo Ordinario

Continuar el camino con Jesús
(Mc 1:40-45)

Siguiendo el Evangelio del domingo pasado, Jesús decide ponerse en camino para predicar y curar en los otros pueblos de Galilea, cuando un leproso se le acerca y le suplica que lo cure.

En el mundo bíblico, se consideraba que las personas con cualquier tipo de afección en la piel, brillante y escamosa, tenían lepra. No era la enfermedad de Hansen, el nombre propio de lepra tal como la conocemos hoy.

Cualquier persona sospechosa de ser leprosa tenía que vivir fuera del pueblo por temor a contagiar a otras personas. Tenían que dejar su casa y su familia, su trabajo, su comunidad y su sinagoga. Dependían de otros para poder tener comida y agua.

Este sentimiento de miedo y sospecha hacia los leprosos contrasta fuertemente con la acogida de Jesús al recibir al hombre que se narra en el Evangelio.

El leproso se acerca a Jesús y le pide que lo limpie, que lo cure. Jesús se conmueve profundamente y lo toca (lo que debe haber requerido un gran gesto de compasión) y lo cura. Al sanar al leproso, Jesús ha hecho mucho más por él que simplemente aliviarlo de una dolencia angustiosa. Jesús literalmente le ha devuelto la vida al leproso. Ahora, puede volver a casa con su familia, retomar su trabajo y renovar su práctica religiosa en la sinagoga.

En la época de Jesús muchas personas consideraban las enfermedades y discapacidades eran también una enfermedad moral, de condición de pecado y de haber hecho algo incorrecto. Al curar a los enfermos, Jesús también les quitaba la mancha del mal.

Curiosamente, hay una manera de ‘inversión de roles’ en este Evangelio. Al principio es el leproso el marginado, el que debía vivir fuera del pueblo. Pero, debido a que el hombre curado cuenta la historia en todas partes, Jesús ahora se convierte en el que tiene que quedarse fuera de los pueblos y aldeas. Sin embargo, las personas, como el leproso, acuden a él en busca de curación.

Conscientes de nuestra necesidad de curación, también nosotros podemos tomar la iniciativa de acercándonos a Jesús. Seremos acogidos con compasión y con amor. Podemos ser restaurados al lugar que nos corresponde, como hijos e hijas amados.
Nosotros, también, podemos contar la historia de lo que Dios ha hecho por nosotros.

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