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Jueves, 07 Diciembre 2023 14:36

Celebrando en Familia - Segundo Domingo de Adviento

¡Preparad el camino!
(Marcos 1:1-8)

El arrepentimiento y el perdón consuelan al pueblo de Dios y preparan el camino para que el Señor venga a nuestros corazones. La primera lectura del profeta Isaías nos narra con entusiasmo la venida de Dios.

Se hacen grandes preparativos para su llegada: los caminos se aplanan, los valles se levantan, se hace camino en el desierto. El alegre mensaje de la venida de Dios se proclama desde las cimas de las montañas y se grita en las calles.

¿Cómo se manifestará este Dios a su pueblo? No como un rey guerrero con una demostración alarmante de poder militar o con rayos en sus manos, sino como un rey pastor: alimentando a su rebaño, abrazando a los corderos con sus brazos, sosteniéndolos en su pecho y llevando a las ovejas que crían a descansar. La venida de Dios libera al pueblo y lo hace mediante la ternura y el perdón.

El Evangelio presenta a Juan el Bautista como aquel que viene a preparar el camino para el Señor ‘predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados’. Según Marcos, los judíos y la gente de Jerusalén van al encuentro con Juan para recibir el bautismo y para escuchar la proclamación del perdón, un momento de verdadera conversión. Juan proclama que vendrá otro, más poderoso que él, que bautizará, no con agua, sino con el Espíritu Santo.

Nuestras lecturas de Adviento nos ayudan a darnos cuenta del profundo amor de Dios y de su presencia en medio de nosotros por medio del Espíritu Santo. Saber que Dios siempre nos tratará con amor y ternura nos ayuda a convertirnos a él y a confiar en su profunda misericordia.

Nuestro camino de Adviento nos muestra cómo preparar nuestro corazón para descubrir nuevamente la presencia de Dios en nuestras vidas; cómo reconocer la presencia oculta de Jesús entre nosotros y alrededor nuestro, cómo convertirnos y mirar a Dios con fe, esperanza y amor y; cómo ser la presencia de Jesús en este momento histórico.

Los cirios de la Corona de Adviento nos recuerdan la creciente luz y calidez del amor de Dios que se hace visible en Cristo.

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